domingo, 3 de noviembre de 2013

LENGUA DE SIGNOS



El uso de la lengua de signos, es sencillamente tan antiguo como la propia existencia de la Humanidad. Hoy en día, sigue siendo, minusvalorada, al hablarse de dificultad en los países de nuestro entorno, ya que sigue careciendo del reconocimiento como lengua oficial. (sólo Finlandia, contempla en su Constitución de 1955, el derecho a utilizar la Lengua de Signos, recibiendo así el mismo tratamiento que el finés o lengua sami. Lo mismo ocurre en Portugal, Uganda, Sudáfrica y Venezuela).

Para conocer en profunidad su origen y dar así a conocer su importancia y valor, destacamos el caso del Martha´s Vineyard, en el estado norteamericano de Massachussets, donde se empleó la lengua de signos como lengua vehicular entre sordos – la mayoría – y entre los oyentes. Costumbre que se ha perdido, pues actualmente es un instrumento que se utilizar para la comunicación entre persona con discapacidad auditiva y el oyente, y viceversa....un auténtico paso atrás en la normalización y un paso adelante en la exclusión. En 1960, el lingüistica estadounidense, William C. Stokoe, publicó “ Sign Language Structure” , estableciendo el código articulado, compuesto de: queirema, quinema y toponema, y profundizando en la investigación de la lengua de signos.

Hoy en día en diversos países del mundo, se realizan intercambios culturales, técnicos y científicos, al tratarse de la primera lengua de millones de personas. Se refuerza el conocimiento de la lengua de signos, en el ámbito académico y profesional, contribuyendo a una normalización retardada en la capacidad de usar dos o más lenguas,entre sordos y oyentes. Todo está siendo posible, gracias a tímidas políticas de planificación lingúistica, lacrada por los recortes de derechos sociales y económicos para su promoción e implantanción, y el creciente interés que despierta en una población relativamente joven. Pero es insuficiente, pues como lengua minoritaria que es , sigue siendo vital la protección del Administración y el fomento de la igualdad de oportunidades. Y no debemos esperar de los demás, lo que nosotros mismos no ofrecemos.

 

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